Carta | 31 de diciembre de 2018

Amorosa Puentera, 

Aquí estamos ante el último día de un año de intensa actividad sísmica; cada una sabrá medirla en su escala richter del alma. Sacudidas impensables, porque así es la naturaleza de todo lo viviente. ¿Qué hicimos? Dolernos, repararnos, regresar a casa y ser otras. Las pérdidas, las penas, las iniciaciones, los tránsitos difíciles abrieron la puerta de nuestra vulnerabilidad, y descubrimos ahí la gran fuerza. Todo lo que se fue invitó al equilibrio. Hoy vemos las pepitas de oro, los regalos inmensos.

Este es el año en el que fuimos radicalmente tiernas, panales de miel, con nosotras y con el mundo, y también fuimos bloques de hielo cuando sentimos que sólo una armadura podía mantenernos a salvo. Fuimos y somos la gigante juntanza de ira sagrada, los pañuelos verdes, la sororidad del “yo te creo, hermana”, el grito global “va a caer, va a caer, el patriarcado se va a caer”. Es el tiempo nuestro, es el tiempo de las mujeres. 

Este es el año en el que decidimos abrazar nuestras zonas de sombra e integrar, y como es adentro es afuera, vimos tinieblas en todo y en todxs. Despertamos de encantamientos ancestrales, dimos portazos a mentiras y trampas; y aquí vamos elevando una frecuencia más coherente con quienes somos ahora. 

Gracias por haber estado aquí, en este año de nacimiento, por aquietar la razón para ser suave escuchando esta propuesta feminista espiritual; gracias por tu presencia en cada lectura, taller y compartir virtual/físico, por tu escucha profunda y voz soberana puenteando contigo y con tu tribu. 

Las estrellas y la tierra siempre conversan, ya has de saberlo. Dicen las astrólogas que el 2019 será un año con gran energía sagitariana, y como aquí tenemos “un ojo en el microscopio y otro en el telescopio”, es decir, uno en la vida cotidiana y otro en el cielo, pues lo creemos. Así que como regalo último de este calendario, tienes esta ilustración de Artemisa, que nos trae la energía de la flecha certera y visionaria, dibujada bellamente por Zumbambico

Artemisa representa “el espíritu indómito de cada mujer” y es también “el arquetipo del movimiento feminista”, así lo expresa Jean Shinoda Bolen. Esta diosa que puede siempre cuidar de sí misma dice: SOY INTUITIVA, CERTERA Y SALVAJE. Y es más, mucho más, porque Artemisa es realmente fascinante. Es guardiana, libre, amiga de los animales, independiente, protectora; es la diosa de la caza, de la luna, de las parteras, y es sobre todo: la gran hermana. 

Deseo que lleves a Artemisa contigo; obsérvala, llámala, medita con ella, vive como ella. Que el nuevo año te centre en ti y sabiendo lo que quieres, confíes, fijes tu arco y lances tu flecha certera. Permítete andar por ahí, por el mundo que te mereces y desobedecer con alegría. 
Vas protegida por tu manada de perros, ligera con tu pelo al viento, tus flechas y arco, caminando o corriendo bajo la luna guardiana. 
Recuerda los dones que te fueron entregados y haz uso amoroso de ellos. 
Escucha la voz de tu espíritu, y, como Artemisa, cree a los susurros de las aguas, escucha las voces del viento y los mensajes en los sonidos de los pájaros, en el vuelo de las mariposas. 
Sé sabia como un árbol. Todo bendice tus caminos, coraje y libertad. 
Cuando mengue o desaparezca la luz, sabrás que hace parte del viaje; vendrán a ti las diosas todas: las invulnerables, las vulnerables, las de la sanación, las alquímicas, las de gran fortaleza personal, las de la sombra. Cualquiera que convoques, estará. Te abrazarán en las noches oscuras del alma, y lo haremos también nosotras, tus amigas, tus hermanas; te cuidaremos y nos cuidarás como ha sido hasta ahora. 


Gracias por llegar hasta el final de esta carta.

Disfruta y celebra esta noche y esta vida, porque es una preciosidad estar aquí, estar ahora.

¡Feliz año nuevo! 

Con profundo amor,

Marcela.

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